Como cada año me pongo delante de un papel para hablar de ti, mi niña morena y salerosa que se hizo mujer para engendrar miles de corazones malagueños.
Y es que llega de nuevo la feria, la feria del sur del sur, la de agosto, la de la buena gente, la FERIA DE MÁLAGA.
Málaga, tierra de sierra y mar, de flores y plantas que engalanan los balcones de las calles más estrechas y típicas de nuestra ciudad. Cuenta una historia que un día un cenachero paseando por el parque de Málaga, el pulmón de la ciudad, se quedó prendado de una flor. Al contemplar a la bella Alcazaba y su coracha decidió llamarla biznaga. Desde entonces miles de bellas mujeres lucen en su cabello esta flor dejando al pasar la fragancia de un jazmín sembrado en la única flor que no se planta. Símbolo perenne de nuestra ciudad, la tierra hecha poesía por Vicente Alexandre.
Además decir Málaga, es decir atardecer en Huelín, es pasear por Calle Larios, un ir y venir por la Malagueta junto a nuestra gran plaza de toros. Por supuesto es también un degustar nuestros espetos en los chiringuitos, esos que por mucho que se empeñen no podrán quitarlo de nuestras playas. Sería como pedirle a España que le quiten la ñ.
Y al fondo de un imenso puerto que va convirtiéndose en una gran zona de ocio poco a poco podemos contemplar, la Farola, sí en femenino, porque nuestra tierra no es machista y lleva en ella el grito de miles de malagueños que queremos un no contra la violencia de género. La farola, amiga de enamorados que vigilados por la luna desde lo más alto de Gibralfaro ven en las olas grabar su amor sobre el azul intenso de nuestro mar.
Malagueños y malagueñas, del más mayor al más pequeño, ya está aquí nuestra feria querida y preciada. Las calles se envuelven de colores verde y morado para acompañar las malagueñas y verdiales. Una feria ilustre como su gente de renombre. Porque desde Picasso hasta nuestro pregonero Manuel Bandera, desde Javier Conde hasta Antonio Molina o desde Banderas hasta Marisol, Málaga es baile, cante, cine, deporte y por supuesto cultura. Esa cultura del CAC, el Museo del Patrimonio, el de artes populares, el Jardín de la Concepción o el museo interactivo de la música. No la cultura del botellón, el mal hablar, el no saber estar, eso que a los malagueños jamás podrás caracterizarnos. Los malagueños hablamos quizás sin las eses finales, sin entonar todas las letras, pero no hablamos mal, hablamos como habla el mar, acariciando las palabras.
Al sol le confesé uno de mis sueños, ver a Málaga ser la reina de la cultura europea en 2016y gritar alrededor de Europa montado en una jábega que Málaga es de primera como su equipo de fútbol o el Unicaja. Es noble y hospitalaria como dice su escudo. Por eso tiene feria de día y de noche, de centro y de real. Porque en nuestra tierra nos tienen que echar para dejar de disfrutar de esta inmensa feria que tenemos. Y al malagueño que habla mal de ella, que la desprecia, le digo que viaje fuera de nuestra tierra y entonces echará de menos el sabor de nuestras casetas y la luz que tiene nuestro real.
Brinden con Cartojal, degusten un gazpachuelo y unos espetos a la orilla del mar y disfruten con la sal de ese mar. Será entonces cuando no quieran dejar de vivir bajo el sol de nuestra costa y en la tierra de la alegría.
¡Qué el Teatro Echegarai se ha convertido en portada para recibir a miles de visitantes! La Virgen de la Victoria ya espera nuestra romería y nuestras flores y las biznagas echas monumentos ya abren nuestra Calle Larios.
Disfruten de la feria y vivan intensamente estos nueve días de fiesta. La fiesta más grande del mediterráneo, donde nadie sobra, donde todo el mundo entra sin tener que decir su nombre ni a la peña que pertenece.
¡Viva Málaga y su gente!
¡Viva la feria de Málaga 2009!
Luis Algoró.
Y es que llega de nuevo la feria, la feria del sur del sur, la de agosto, la de la buena gente, la FERIA DE MÁLAGA.
Málaga, tierra de sierra y mar, de flores y plantas que engalanan los balcones de las calles más estrechas y típicas de nuestra ciudad. Cuenta una historia que un día un cenachero paseando por el parque de Málaga, el pulmón de la ciudad, se quedó prendado de una flor. Al contemplar a la bella Alcazaba y su coracha decidió llamarla biznaga. Desde entonces miles de bellas mujeres lucen en su cabello esta flor dejando al pasar la fragancia de un jazmín sembrado en la única flor que no se planta. Símbolo perenne de nuestra ciudad, la tierra hecha poesía por Vicente Alexandre.
Además decir Málaga, es decir atardecer en Huelín, es pasear por Calle Larios, un ir y venir por la Malagueta junto a nuestra gran plaza de toros. Por supuesto es también un degustar nuestros espetos en los chiringuitos, esos que por mucho que se empeñen no podrán quitarlo de nuestras playas. Sería como pedirle a España que le quiten la ñ.
Y al fondo de un imenso puerto que va convirtiéndose en una gran zona de ocio poco a poco podemos contemplar, la Farola, sí en femenino, porque nuestra tierra no es machista y lleva en ella el grito de miles de malagueños que queremos un no contra la violencia de género. La farola, amiga de enamorados que vigilados por la luna desde lo más alto de Gibralfaro ven en las olas grabar su amor sobre el azul intenso de nuestro mar.
Malagueños y malagueñas, del más mayor al más pequeño, ya está aquí nuestra feria querida y preciada. Las calles se envuelven de colores verde y morado para acompañar las malagueñas y verdiales. Una feria ilustre como su gente de renombre. Porque desde Picasso hasta nuestro pregonero Manuel Bandera, desde Javier Conde hasta Antonio Molina o desde Banderas hasta Marisol, Málaga es baile, cante, cine, deporte y por supuesto cultura. Esa cultura del CAC, el Museo del Patrimonio, el de artes populares, el Jardín de la Concepción o el museo interactivo de la música. No la cultura del botellón, el mal hablar, el no saber estar, eso que a los malagueños jamás podrás caracterizarnos. Los malagueños hablamos quizás sin las eses finales, sin entonar todas las letras, pero no hablamos mal, hablamos como habla el mar, acariciando las palabras.
Al sol le confesé uno de mis sueños, ver a Málaga ser la reina de la cultura europea en 2016y gritar alrededor de Europa montado en una jábega que Málaga es de primera como su equipo de fútbol o el Unicaja. Es noble y hospitalaria como dice su escudo. Por eso tiene feria de día y de noche, de centro y de real. Porque en nuestra tierra nos tienen que echar para dejar de disfrutar de esta inmensa feria que tenemos. Y al malagueño que habla mal de ella, que la desprecia, le digo que viaje fuera de nuestra tierra y entonces echará de menos el sabor de nuestras casetas y la luz que tiene nuestro real.
Brinden con Cartojal, degusten un gazpachuelo y unos espetos a la orilla del mar y disfruten con la sal de ese mar. Será entonces cuando no quieran dejar de vivir bajo el sol de nuestra costa y en la tierra de la alegría.
¡Qué el Teatro Echegarai se ha convertido en portada para recibir a miles de visitantes! La Virgen de la Victoria ya espera nuestra romería y nuestras flores y las biznagas echas monumentos ya abren nuestra Calle Larios.
Disfruten de la feria y vivan intensamente estos nueve días de fiesta. La fiesta más grande del mediterráneo, donde nadie sobra, donde todo el mundo entra sin tener que decir su nombre ni a la peña que pertenece.
¡Viva Málaga y su gente!
¡Viva la feria de Málaga 2009!
Luis Algoró.
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